La Lucidez antes de partir


Mucha veces hemos oído o experimentado, en mi caso en lo personal y en la practica en los hospitales, haber visto que ciertos pacientes experimentan en sus últimos minutos antes de fallecer, una mejoría de los dolores, una lucidez, algo que algunos dicen la “mejoría antes de morir”.

Pero que es ser lucido, es ser parte consciente de lo que sucede a nuestro alrededor y en el cual percibimos todos los sentidos. La conciencia tiene diferentes estados y va desde una persona lucida hasta un estado de coma, pasando por la obnubilación y estupor.

Son cientos los casos famosos conocidos en donde se habla de la lucidez antes de morir, cuando falleció Sandro su médico personal relato que 30 minutos antes tuvo un estado de lucidez, también lo podemos encontrar en obras literarias al intentar Cervantes que Don Quijote recupere su estado de lucidez y quizás en películas como “despertares” en donde basada en la autobiografía del neurólogo Dr. Oliver Saks, muestra como hay una cierta mejoría de pacientes que estuvieron siempre en un estado catatónico.

No existe hoy en día ninguna explicación científica y biológica de cómo se produce, no se entiende si es por causas de mediadores químicos, que ante la llegada de un estimulo genera una señal de alerta que dispara estos impulsos produciendo un cambio conformacional y esto a su vez como respuesta una mejoría en el estado de consciencia. Algunos médicos psiquiatras quieren incluir este estado dentro de la Ley de Ribot, en donde se intenta explicar el deterioro con los años de la memoria.

Pero para mí la respuesta a esto sería que al vernos encerrado en el camino de ida, se nos da la oportunidad de tener un tiempo, minutos o meros segundos para poder despedirnos y mostrar que seguimos siendo fuertes. Quizás la oportunidad de poder pedir perdón, de mostrar que estoy bien o simplemente recordar esos buenos momentos que nos dio la vida.

"Uno sabe pero se olvida de que sabe, ésa es la manera de convivir con la lucidez. Pero la cosa se complica cuando uno no puede olvidar. El despertar de la lucidez puede no suceder nunca, pero cuando llega, si llega, no hay modo de evitarlo; y cuando llega se queda para siempre. Cuando se percibe el absurdo, el sinsentido de la vida, se percibe también que no hay metas y que no hay progreso. Se entiende, aunque no se quiera aceptar, que la vida nace con la muerte adosada, que la vida y la muerte no son consecutivas sino simultáneas e inseparables. Si uno puede conservar la cordura y cumplir con normas y rutinas en las que no cree, es porque la lucidez nos hace ver que la vida es tan banal que no se puede vivir como una tragedia. Es un don y un castigo, está todo en la palabra: lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio; pero también se llama Lucifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse. Lúcido viene de Lucifer y Lucifer viene de luz y de ferous, que quiere decir “el que tiene luz”, el que trae la luz que permite la visión interior, el bien y el mal, todo junto; el placer y el dolor. La lucidez es dolor. El único placer que uno puede conocer, el único que se parecerá remotamente a la alegría, será el placer de ser consciente de la propia lucidez: el silencio de la comprensión, el silencio del mero estar. En esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal.

El lúcido puede seguir viviendo mientras conserve el instinto de la especie, el impulso vital. Es muy posible que, con los años, esa fuerza oscura e instintiva se pierda. Es necesario entonces apelar a algo parecido a la fe; hay que inventarse un motivo, una meta que nos permita reemplazar el impulso animal perdido por una voluntad fríamente racional. Pero esa voluntad es muy difícil de mantener. De repente, sin motivo, se va, se apaga, desaparece. Es entonces cuando se sigue o no se sigue, se puede o no se puede. Y si no se puede no hay culpa. No importa el amor de los otros ni el amor que uno siente por ellos: si uno no sigue, todo sigue sin uno y sigue igual. Todo pasa, pasa la ausencia. Se conoce la muerte antes de morir, es un final antiguo, un final muy común, es un final deseado que se espera sin temor porque uno lo ha vivido ya muchas veces. Todo da igual."

Frases de la película argentina “lugares comunes”.

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